Creo que nosotras, las personas que estamos ahí para apoyarles y guiarles en ese camino, tenemos derecho al dolor, a tener momentos bajos y a derramar algunas lágrimas. Cuando parimos a nuestros hijos no vino un ángel a tocarnos y entregarnos el don de la fortaleza, la sabiduría, la perseverancia, la paciencia o la esperanza... no hay hadas que cumplan deseos ni lámparas de Aladino... sin embargo la propia necesidad de nuestros hijos e hijas saca lo mejor de nosotros y nosotras y nos convierte en las personas que nunca pensamos que llegaríamos a ser... pero no es un camino fácil, ni mucho menos: está lleno de renuncias, preguntas, dudas y momentos difíciles en que no sabes muy bien dónde apoyarte.
Para poder ser fuerte he tenido que abrazar mi propia debilidad, para poder ser paciente, he tenido que aceptar la impaciencia, para poder tener alegría y esperanza he tenido que atravesar muchas veces los bosques lúgubres del dolor... y no me avergüenza, porque soy humana.
De esos momentos surgió este poema, muy especial para mí que he tardado dos años en compartir. Darle luz me da permiso para ser eso... un ser humano con sus propias lágrimas.
"La mirada robada"
A dónde fijas tus ojos, hijo.
¿Quién
te robó la mirada?
Porque
no es a mí a quién te vuelves,
porque
tus pupilas se dilatan
y te hablo
y no respondes
y te
llamo
y te resguardas
en ese
mundo a medida
de esta vida que te aguarda,
y no la miras...
ni me
miras...
y me apartas.
MariÁn Vidal
Huelva,
mayo de 2010
LA MIRADA ROBADA
ResponderEliminarHoy me he emocionado al leer tu poema a Josema, lo he leído varias veces y sigo llorando y me alegro de hacerlo porque he encontrado en estas palabras tuyas ese sentimiento que no podía salir de mi hacia el.
Cuando lo miro, cuando le hablo por teléfono o en persona y le pregunto tantas veces … Josema cuéntame algo!, que tal estas?, quieres decirme alguna cosa? … y solamente me dice … papa no tengo nada que contar … estoy bien … o sus largos silencios … o sus siiis monótonos ..
Esta Mirada Robada, como dice el título del poema, es muy significativa para mí, me ha llegado al alma y me ayuda a reconocer a mi hijo en estas palabras tan bien entrelazadas de vida y sentimiento por ti.
Yo no pude parirlo … pero si vivirlo … y atravesar también esos bosques de miedos, inseguridades, tristezas y alegrías.
Estoy emocionado Mari y te doy las gracias por ello
Gracias por tus palabras. Sé que son de corazón y desde ahí mis lágrimas y las tuyas se aúnan para hacer un lago de sal donde curar nuestras heridas. Gracias por haber estado siempre ahí cuando él te necesitaba y por ser el maravilloso padre que eres, aún ahora en la distancia siempre presente en sus vidas y en sus pensamientos. GRACIAS.
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