UN ASPERGER EN LA UNIDAD DE SALUD MENTAL

Mi hijo cumplió 18 años en noviembre así que fue derivado de la Unidad de Salud Mental (USM) Infanto-juvenil a la de Adultos. Yo estaba acostumbrada a la profesionalidad y el trato amable de los profesionales de la USMIJ y no sabía muy bien como iría en su primera sesión con el psiquiatra que nos habían asignado (la primera asignación no se puede elegir) en Adultos. Quiero aclarar que me parece importante que en la USM se haga un seguimiento de los casos de SA aunque las terapias y todo lo demás se haga en las Asociaciones. De esta manera por un lado podemos pedir informes a esta entidad oficial que, junto la del centro dan más fuerza a cualquier reclamación de ayudas, pero además para que el SA se vaya haciendo un sitio en la comunidad médica y se estudie bien su incidencia es necesario que estén registrados y haya un seguimiento desde organismos oficiales.

Pues bien, tras una breve espera entramos en la consulta del psiquiatra que se le había asignado y sobre el que yo no tenía idea alguna ni prejuicio. Entramos y nos sentamos. Era un hombre de unos 55 años, con bata blanca y rostro aburrido.

- ¿Han traído los informes?- me preguntó.

- Se supone que ustedes deben tener el expediente- le respondí-. Él ha sido derivado de la Unidad Infanto Juvenil de este mismo hospital.

Frunció el ceño y refunfuñó:

- Pues tendrá que subir a pedir el informe.

Yo no es que sepa mucho sobre como funcionan las instituciones hospitalarias pero algo de idea tengo:

- Disculpe pero por lo que yo sé el expediente es un documento interno y deben pedirlo ustedes.

Gruñó de nuevo repitiendo que era yo la que tenía que pedirlo y yo volví a repetirle lo mismo, ya un poco exasperada.

- Yo solo tengo este papel -tomó el documento por el que se había pedido la cita en su día y empezó a leer- "Joven de 18 años con Sindrome de... de qué... AAaaa...As qué..."??

-Asperger... - lo miré fijamente. No tenía ni idea de lo que era, o si la tenía debió de sufrir una amnesia repentina.

- Ah... Aspergerrr... continuó leyendo y yo supe que aquel hombre no debía atender a mi hijo. Ni siquiera lo escuchaba, estaba deseando salir de la consulta y gritar.- Bueno... pues esto es lo único que tengo. Necesito el informe...

Y vuelta la burra al trigo... y yo le repetí lo mismo. Finalmente me echó de allí para hablar con mi hijo a solas. Yo casi escapé corriendo, con la sensación de abandonar a mi muchacho a su suerte, pero corrí al mostrador de recepción:

- Por favor -le dije a la administrativa- quiero cambiar de psiquiatra. Este hombre no sabe lo que es el Síndrome de Asperger!!

Los celadores se miraron como si supiesen ya de que iba el tema. Me indicaron amablemente que podía cambiar de psiquiatra a través del centro de salud y me dieron una lista de los otros titulares.

- Arriba - me dijo la mujer refiriéndose a la USMIJ, que está en la quinta planta- pueden informarte mejor.

Volví a la puerta de la consulta y unos minutos después salió mi hijo y entré yo. No le dije nada de la petición de cambio, preferí esperar con qué me sorprendía.

- ¿Puede decirme qué le pasa a su hijo?- preguntó se quedó tan pancho.

- Tiene un cuadro de síntomas clásico del Síndrome de Asperger...-mi respuesta iba con un poco de mala leche pero es que no lo pude evitar...

El psiquiatra carraspeó un poco incómodo y reformuló la pregunta:

- Pero usted ¿Qué le ve?

Respiré hondo, indignada por tener que explicarle lo que se supone que debía saber, y le recité durante cinco minutos la historia del diagnóstico del Síndrome de Asperger, sus principales características y las áreas principales a las que afecta, citando, por supuesto, su descubrimiento, cuando apareció en la DSM IV y su condición de Trastorno de Espectro Autista. Y mientras el hombre asentía.

Finalmente respondió:

- Entonces él no toma ninguna medicación.

- Solo la de la epilepsia.

- Bueno, pues si no necesita pastillas ¿para qué viene a la consulta?

Me quedé estupefacta.

-Verá, yo pienso que independientemente de que tome o no medicación se le debe hacer un seguimiento de su desarrollo, tal como se le ha hecho hasta ahora en la USMIJ.

- Es que si no toma medicación no necesita que le haga seguimiento- repitió.

- Verá, en mi opinión un tratamiento no tiene por qué ser solo farmacológico. Él sigue unas terapias en Sevilla y eso puede ser tan útil y válido como las pastillas, pero también necesita seguimiento.

Carraspeó un poco cansado por la conversación, viendo que no me bajaba del burro y me dijo que lo iba a derivar a la consulta de Psicología, que iba a ser mejor insistiendo en que "no necesitaba tratamiento".

- Y si más adelante necesita pastillas - añadió - que me lo vuelvan a derivar.

Agarré el documento y me fui a la quinta planta. La secretaria, cuyo nombre no recuerdo pero que es encantadora, me atendió y resolvimos todo lo resolvible, incluido un informe sobre mi hijo.

Salí del hospital entre indignada y divertida ¡Qué diferencia tan grande hay entre unos profesionales y otros!

En todas partes nos podemos encontrar a un personal responsable y otros que están allí para ganar un sueldo pero no ponen ni ganas ni interés en lo que hacen. Pues bien, podemos elegir quién nos atiende así que hagamos uso en lo posible de ese derecho porque no tenemos que conformarnos con una atención mediocre si pueden y deben darnos una mejor.

¿Qué hubiera sido de mi hijo si yo no supiese nada sobre el funcionamiento de los hospitales ni de mis derechos? ¿Cómo se pueden mantener en una plaza de salud pública a psiquiatras que se han quedado atascados en modelos arcaicos y manidos?

No sé si podemos hacer algo para que este señor no siga ahí pero desde luego lo que sí puedo hacer es evitar que vuelva a atender a mi hijo.