domingo, 1 de julio de 2012

¿POR QUÉ HAY MÁS NIÑOS QUE NIÑAS CON TEA?

Esta es una pregunta que me hago desde hace ya bastante tiempo. Mientras más leo sobre el tema y observo mi entorno más me voy dando cuenta de que probablemente haya razones genéticas que determinan esta proporción, de hecho las maestras constatamos este dato en el aula las diferencias en le desarrollo neurológico de los niños y la niñas (éstas maduran en general mucho antes y son más tranquilas y autónomas); no obstante creo que la presión social sobre las niñas unida a su mayor predisposición a las relaciones sociales y la comunicación, enmascaran los casos de TEA en la niñas, sobre todo cuando se tratan de Síndrome Asperger.
Estas son las conclusiones que voy sacando yo: por un lado, las niñas suelen ser más tranquilas y sus modelos sociales, desde el nacimiento, les señalan la tristeza como emoción de descarga ante situaciones complejas  (la agresividad es socialmente considerada "antifemenina") y en consecuencia la sumisión, como modelo de conducta. Es cierto que los roles van cambiando pero los cuentos de hadas, traducidos o no, siguen pululando en el universo infantil y si no que me lo digan a mí que veo como las niñas de 3 años de mi aula, en general, tienen como modelos de femineidad a la Cenicienta, Blancanieves y Aurora (la Bella Durmiente), evidentemente todas con el sello de Disney (dulces muchachitas de aspecto impecable y tierna sonrisa que esperan ser salvadas por su príncipe). 
Los niños, por el contrario, son derivados a modelos donde la emoción de descarga es el enfado y la agresividad es mucho más tolerada en su caso. Recuerdo a un pequeño de mi clase contándome como veía la lucha libre con su padre y su tío y los demás niños aplaudían mientras me explicaba los movimientos. Otros me hablan de pistolas, de que su papá va a cazar o sencillamente de manera natural utilizan palos o cualquier objeto como si fueran pistolas. La mayoría de ellos tienen algunas armas de mentira como juguete (me lo cuentan pero no las traen a clase porque allí las tengo prohibidas). Al niño no se le reprime completamente su agresividad, incluso se justifica: "¡Cómo son los niños!" y es cierto que ellos son mucho más activos en general que las niñas, pero no es solo eso la cuestión, sino que se generaliza de modo que las niñas activas resultan "chocantes" (como decimos por acá) o en definitiva, menos femeninas.
Pues bien, lo queramos o no estos modelos van calando en el inconsciente colectivo y la presión sobre las niñas y su ideal de conducta se hace patente lo que las encamina hacia modelos de comportamiento que favorecen que el TEA pueda pasar desapercibido camuflándose tras una timidez extrema, o, en el caso de no cumplir con las expectativas de género o sea, cuando hay una negación a participar de toda esa parafernalia, ser discriminada por compañeros y maestros (como fue mi caso) presumiendo que son rebeldes. la agresividad. Si a eso le unimos, por ejemplo, el uso de uniformes en la escuela (como dice la palabra: uniformiza la forma de manifestarse ante los demás del alumnado) o un entorno de normas muy cerradas donde las actividades quedan completamente enmarcadas y no hay sitio para la expresión personal y la improvisación (lo que no es raro en muchos centros educativos) tenemos que: una niña con Síndrome de Asperger, por ejemplo, con un carácter pasivo quedará completamente camuflada y probablemente se la tildará, como he dicho, de introvertida, mientras que un niño igualmente pasivo, como no responde a los modelos de conducta, probablemente llamará mucho más la atención y no digamos si el niño es agresivo o inquieto. 
Es muy duro pensar que, por el hecho de ser mujer, se nos obliga a tener determinados roles sociales, que la sociedad "machaca" a la niña que tiene otros intereses (tanto el grupo como el entorno en general, porque yo lo he visto en mi carrera docente); me pregunto qué ocurriría si viviésemos en un mundo en el que todos pudiésemos ser como somos.
Evidentemente todo esta reflexión va encaminada a aquellos casos que digamos son más leves dentro del espectro pero no por ello dejan de tener importancia. Precisamente su posible invisibilidad es lo que los hace peligrosos para las personas que lo padecen, que, como ya he comentado otras veces, puede autoculparse, generando una baja autoestima, ansiedad, depresión y otro tipo de trastornos, sin contar con el sufrimiento en general para la familia.
La cuestión es que ésta es la sociedad en la que vivimos así que a nosotros nos toca hacer visible esta realidad para que no haya tantas "niñas perdidas" (y niños) que no entiendan porqué no entienden el mundo en el que viven.

Os dejo un artículo muy interesante sobre este tema "TEA en niñas y en niñas" de José Ramón Alonso, publicado en Autismos diario:


Os dejo también el enlace a un libro que estuve desgranando durante dos años en el Máster de Autoconocimiento Sexualidad y Relaciones Humanas en Terapia de Reencuentro que hice en Sevilla y terminé el año pasado. No es específico sobre TEA pero sí que os puede aclarar mucho sobre porque las mujeres somos como somos y los hombres son como son, entre otras cosas:

"PSICOEROTISMO FEMENINO Y MASCULINO" de Fina Sanz. Sexologa, psicóloga y pedagoga  de Valencia. Una mujer impresionante y ardiente investigadora desde la práctica (no solo desde la biblioteca).

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